A las cotorras que están colonizando la mayoría de zonas verdes de la ciudad de Málaga y buena parte de la provincia les ha salido un aliado en sus ‘planes’ invasores. Si hasta ahora únicamente se tenía constancia en Málaga de dos variedades de estos exóticos loritos (cotorra argentina, la más extendida con unos 2.500 ejemplares en la capital y unos 3.000 en la provincia; y la de Kramer, que en los últimos años está experimentando una aceleración en su crecimiento poblacional y una expansión desde el Centro hacia la zona noroeste), recientemente se ha podido identificar un nuevo espécimen similar a la de Kramer, pero con unas serie de diferencias: mayor tamaño, unas manchas rojas en las alas, la mandíbula inferior roja y el pico mucho más robusto.
El primer hallazgo tuvo lugar en la primavera de 2015 en el marco de los estudios de cotorras que realiza la Universidad de Málaga para monitorizar esta especie y que se llevan a cabo en los dormideros, lugar donde se reúne gran parte de la población. Tras consultar a varios expertos internacionales e incluso espécimenes de museo, el investigador del Departamento de Biología Animal de la UMA, José Luis Postigo, pudo constatar que se trataba de un ejemplar híbrido de cotorra de Kramer y de alejandrina común. “Estas dos especies son parientes cercanos y conviven en sus hábitats nativos de Asia, India y alrededores, aunque allí no se mezclan. En cambio, sí que lo hacen en países como Bélgica o Inglaterra, donde mantienen poblaciones invasoras”, explica este experto en especies invasoras, en cuyo haber se encuentra la organización de los primeros censos de cotorra argentina realizados en Málaga, Madrid y Tel-Aviv (Israel) , el asesoramiento del primer estudio a nivel nacional y la coordinación de un censo europeo, que verá la luz este año.
Tras ese primer hallazgo, el pasado verano se detectaron tres individuos híbridos (dos con apariencia de macho adulto y una tercera que podría ser hembra, pollo o híbrido de segunda generación), un aumento que podría indicar que ya se están reproduciendo en Málaga. “Al mezclarse con las cotorras de Kramer puede ayudar a esta especie a crecer más rápido”, advierte Postigo, que ha publicado sus hallazgos en la revista ‘European Journal of Ecology’ junto a recomendaciones sobre su gestión. ¿Cuáles son? Como recoge en el artículo, tanto el colectivo científico como la legislación europea y española recomiendan la actuación temprana ante la aparición de nuevas especies que puedan entrañar riesgos de invasión, como es el caso de las cotorras, que están incluidas en el Real Decreto sobre Especies Exóticas Invasoras y que obliga a establecer planes para su control y erradicación. “Se deberían capturar los individuos cuanto antes para evitar las consecuencias de su reproducción, además de capturar las cotorras de Kramer antes de que la población alcance el tamaño de la argentina”, comenta. Sobre esta cuestión, cabe reseñar que la detección de esta nueva variedad ha sido comunicada a las tres administraciones implicadas (Gobierno, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Málaga), a las que la Universidad se ha ofrecido a asesorar.
En este sentido, el investigador aboga por un plan coordinado a nivel provincial. “La ciudad de Málaga tiene una población enorme de cotorra argentina que está conectada con otras poblaciones tanto en la Costa del Sol occidental como la Axarquía y el Valle del Guadalhorce; mientras que la de Kramer parece estar creciendo más rápido que nunca. Si a esto unimos la reciente aparición de los híbridos estamos ante una situación de urgencia donde Junta y ayuntamientos deberían sentarse para abarcar esta problemática entre todos”.
Como especies invasoras que son, se ha demostrado que estos tipos de cotorras desplazan a otras especies como las abubillas, los mochuelos o los murciélagos. Sin embargo, pese a lo que se tiende a pensar, no hay ninguna evidencia de que estos loritos estén acabando con los gorriones. Más conflictiva aún puede ser su presencia en zonas rurales, donde las argentinas representan una seria amenaza para los cultivos de subtropicales. Ya se han visto en zonas del Valle del Guadalhorce y en el entorno de Vélez, por lo que los expertos proponen que se actúe antes de que se expandan más de la cuenta y sea imposible ponerle coto. Al margen de sus afecciones en la fauna y flora locales, estas especies también pueden transmitir a los humanos la psitacosis, una enfermedad infecciosa que padecen las aves pertenecientes a las familias de los loros y que pueden provocar fiebre, dolor de cabeza e incluso dificultad para respirar.

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