Los fuertes vaivenes del mercado, las exigencias de calidad alimentaria y la crisis económica han ido ahogando a parte de los ganaderos de la provincia de Málaga. Algunos sectores incluso hasta el borde de la desaparición. Pero, al menos, la ganadería goza de buena salud. No tanto en términos económicos, aunque sí en el estrictamente veterinario, ya que en los últimos años se ha conseguido erradicar la mayoría de las enfermedades que más estragos han causado en las explotaciones malagueñas en décadas anteriores.
Las únicas que no han conseguido ser eliminadas pese a los esfuerzos de la Junta de Andalucía son la salmonela que afecta a las aves, la brucelosis a pequeños rumiantes -si bien a final de año se espera que sólo haya afectadas dos de las 1.200 explotaciones que hay en la provincia- y la tuberculosis en el ganado vacuno. Ésta última es la que más preocupa a la Delegación Territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, aunque Málaga no es una excepción. El jefe de servicio de Agricultura, Ganadería, Industrias y Calidad, Antonio Villalba, explicó a este periódico que se trata de «un problema generalizado en España, especialmente en aquellas zonas de producción extensiva de vacas de carne.
En la transmisión de esta enfermedad, que en el caso de ser detectada en una explotación el ganadero se ve obligado a sacrificar a todas las afectadas, influyen numerosas circunstancias. Pero principalmente se debe a la convivencia de la fauna silvestre portadora, como ciervos o jabalíes, con las vacas en el campo y los restos de animales afectados que quedan en estas zonas tras las monterías. Según Villalba, la llamada Mycobacterium tuberculosis se transmite vía oral, por lo que recordó la importancia de que los puntos de agua del ganado no estén al alcance de los posibles animales silvestres afectados.
Los programas de control de está enfermedad empezaron en Andalucía en los años 80 y, aunque «hay altibajos», la realidad es que no se ha podido dar por eliminada puesto que no existen ni vacunas ni tratamientos para combatirla. El departamento de Sanidad Animal de la Delegación Territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía coordina todas las actuaciones veterinarias que se realizan en la provincia para combatir ésta y otras enfermedades que afectan al ganado y acarrea enormes pérdidas para el sector.
No obstante, son los servicios veterinarios de las distintas oficinas comarcales agrarias los que llevan a cabo a pie de campo las actuaciones de control tanto de las enfermedades de declaración obligatoria como de los programas oficiales de saneamiento, que se refieren a aquellas patologías que los ganaderos están obligados a controlar mediante analíticas de sangre anuales a través de las Asociaciones de Defensa Sanitaria Ganadera y que luego certifican los veterinarios de la Junta. Es el plan nacional de erradicación de enfermedades de los animales el que establece las enfermedades que requieren controles serológicos obligatorios. En el caso del vacuno se persigue controlar la brucelosis y la tuberculosis, también la brucelosis en el ovino-caprino, la salmonela en gallinas de puesta, pollos y pavos, y la aujeszky en el porcino. En esta última, el Gobierno andaluz espera cerrar el año con toda la provincia libre de ella. El problema es que cualquier positivo que se detecte de salmonela conlleva el sacrificio de la nave entera, si bien los ganaderos son indemnizados cuando eso ocurre.
Además, también se toman muestras de sangre aleatorias en 19 explotaciones de porcino de la provincia para prevenir la aparición de la peste porcina africana, la peste clásica y la conocida como enfermedad vesicular, y de las que en la actualidad el ganado local está libre.
Las enfermedades de declaración obligatoria, en cambio, son las que están incluidas en la lista de la Oficina Internacional de Episotia que aún no existen en España pero sí en otros países y que en cualquier momento pueden aparecer en una explotación ganadera local. Solamente con que un animal dé positivo en sangre a alguna de ellas ya se declara la enfermedad en el país.
Para tenerlas controladas, el responsable de este departamento de la Delegación Territorial de la Junta explicó que «contamos con una serie de explotaciones centinela donde a lo largo del año se va extrayendo sangre al ganado».
Algunas de estas enfermedades son la lengua azul, la fiebre del Valle del Rif, la gripe aviar, la encefalitis del oeste del Nilo y la peste equina. «Siempre estamos alerta para que en el momento que se detecte un positivo ponemos en marcha el protocolo de actuación», dijo Villalba. Todos estos programas de control han permitido que a día de hoy la situación del ganado de la provincia en general sea «muy buena» y la mayoría de las enfermedades están controladas.
Pero no se puede bajar la vigilancia porque las formas de contagio son imprevisibles. Por ejemplo, el serotipo 4 de la enfermedad llamada lengua azul, que afecta sobre todo al ganado ovino, llegó a España en 2004 a través de Cádiz por culpa de una tormenta de arena del norte de África que arrastró a mosquitos portadores del virus por haber picado previamente a animales afectados en origen. El azote económico que algunas de estas enfermedades han supuesto para el sector en el pasado ha hecho tambalear su supervivencia en algunos casos. Aunque, con más o menos inconvenientes, todos han logrado seguir adelante. No obstante, la evolución que han seguido los distintos sectores ganaderos en los últimos años en la provincia no ha sido homogéneo. Hay algunos como el porcino que prácticamente ha logrado mantenerse y actualmente hay censadas 350.000 cabezas en las explotaciones en activo. Pero el cerdo ibérico sufrió un gran declive coincidiendo con los peores años de la crisis económica del que no ha logrado recuperarse, puesto que fueron muchas las empresas que se quedaron en la ruina por la caída del consumo de este producto casi de lujo y «la mayor parte de las explotaciones que quedan se concentran en la zona de Ronda», señaló Villalba.
También la crisis fue la causa de la caída en picado del sector que vivió su auge poco antes. Ganaderías enteras de caballos se fueron a la quiebra y es ahora, según dijo, cuando el sector equino está repuntando un poco, pero sin llegar a aquellos niveles. En el caso del caprino también se ha producido un importante retroceso porque el precio de la leche «lleva un año horrible», aseguró. Los ganaderos apenas reciben 50 céntimos de euro por cada litro, una cantidad insuficiente para cubrir los gastos que acarrea producirlo. Aún así, la provincia cuenta con 240.000 cabezas de caprino.
En peor situación se encuentran los apenas doce ganaderos dedicados al vacuno de leche que quedan en Málaga. Ya sólo quedan 2.000 vacas de las alrededor de 8.000 que había hace 15 años. El ganado vacuno de carne, en cambio, sí ha conseguido mantenerse y lo componen unas 13.000 vacas. El sector ovino, formado por unas 160.000 cabezas en la provincia, tampoco pasa su mejor momento y ha ido perdiendo fuerza en los últimos años debido a los problemas acarreados por los precios alcanzados en el mercado. El único sector ganadero que verdaderamente ha incrementado su producción en este tiempo ha sido el avícola, sobre todo, la de pavos. Ya son 2,7 millones de aves las que hay registradas en la provincia entre pollos, pavos y gallinas. Sin embargo, en el caso de estas últimas ha disminuido ligeramente debido a la entrada en vigor hace dos años de la Ley de Bienestar Animal, que impuso unas estrictas exigencias a los ganaderos.
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